Viernes, 02 de Enero de 2015
Domingo, 24 de Febrero de 2002

Desde el fin de la tierra

Por Lucía Tebaldi | Espectáculo Finlandia
Acá, en el corazón de la ciudad, en pleno barrio de San Telmo, se abre como un hiato abismal la tierra devastada del confín. Se trata del espacio que propone Mónica Viñao en Finlandia, la versión de Una pasión sudamericana escrita especialmente para esta puesta por Ricardo Monti. La guerra es un estado inevitable en ese desierto nocturno que recuerda los valles del norte argentino. Un territorio de fronteras sin más ley que la de la conquista (del desierto? española? norteamericana?). Desde este espacio desterritorializado, dos personajes salidos de la Comedia del Arte trabajan al servicio de la representación. Los Mezzogiorno son dos criaturas circenses, que reconociendo la "realidad" como ese "gran teatro del mundo" guían con sus voces encantadoras un viaje casi metafísico a través del Infierno, el Purgatorio, el Paraíso y el Mundo. Quizás estos hermanos extranjeros, unidos por el sexo, sean sólo la visión alucinada de El Señor Beltrami. Una vez más, nos encontramos con el trabajo excepcional de Cutuli que, en este caso, como un Ricardo III aturdido, confundido y solo lucha consigo mismo mientras espera la hora de la batalla. Lo que es seguro es que todos son parte del laberinto de espejos que propone la obra. Los juglares extranjeros son también actores destinados a representar la tragedia argentina de dos amantes: la de Camila O`Gorman y el cura Ladislao, una historia condicionada por las luchas de poder político. Y en este juego de dobles, Beltrami representa a un Rosas dictatorial, que espera en el límite de la noche para enfrentarse con ese enemigo fuera de campo, "el loco", probablemente un espejismo del Gral. Urquiza. Ahí, en los confines del globo, precisamente en ese no- espacio al borde del abismo, se juegan cuestiones territoriales. La experimentación sobre el límite y la frontera aparece en varios planos de la obra. Por un lado, el límite (o su falta) entre los cuerpos, basta pensar en la imagen de dos hermanos pegados por el sexo o en la de los amantes, queriendo devorarse mutuamente para convertirse en uno. Por otro, la tensión entre un espacio central y un espacio de los márgenes. Los Mezzogiorno, dos extranjeros en una tierra ajena aparecen como metonimia de una Italia en el centro del continente, punto estratégico del comercio durante el Renacimiento. Por su parte, Beltrami y el ayudante defienden un no-espacio donde resulta dificultoso reconocer la época donde se desarrollan los hechos (¿será que las tierras del margen carecen de tiempo y se ubican en una noche ilimitada?). El límite también entre un espacio "nuestro" que hay que defender y un espacio "de ellos", del "loco" a punto de atacar. La puesta despojada responde, en gran medida, a una concepción particular del espacio escénico. La directora es una de las más reconocidas discípulas del maestro susuky en la Argentina. La técnica oriental permite una interesante economía de desplazamientos y experimenta también en la zona límite del movimiento. En este sentido, resulta interesante el trabajo actoral de Jorge Rod como el viejito sabio, que en un monólogo sobre el deseo logra elevarse a un plano casi místico. A esta concepción responde también, el trabajo con las voces de los actores. Andrea Bonelli e Ignacio Gadano propician momentos de intenso disfrute de la experiencia teatral cuando desdibujan las fronteras entre el habla y el canto, mezclando el idioma castellano y el italiano, la poesía más sublime con "animales de mil pijas", sosteniendo complicados dúos a capella, en una suerte de opereta extasiada. Dos amantes a punto de ser fusilados en una Buenos Aires rosista, un dictador esperando la batalla, un loco acechando en el desierto (u ocultándose bajo tierra, ¿por qué no?). Fin-landia: conjunción de espacios, confusión de tiempos y una noche interminable en la tierra del margen, no tan lejos, acá nomás.
Publicado en: Críticas

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