El autor trae a vivir a nuestros días a Violeta Parra, la aparentemente suicidada. Da vuelta al suicidio como a un guante y hace emerger a una Violeta bramante. Ella se encuentra con viejos y queridos amigos (Pablo Neruda, Víctor Jara, Edith Piaf, Alfonsina Storni, Federico García Lorca) y decide recuperar algo primordial extraviado: la fiesta. Sí, la recuperación muy perdida de la fiesta: ciertos olores primordiales que vienen del fervor de la cocina todo acompañado por el pulso del vino. Y que cuando termine la función, la función no termine.
No se ha intentado en esta obra una reconstrucción de la vida de Violeta Parra. Hay apenas una pinceladas biográficas pero sin intenciones documentales. Desde la conocida personalidad de Violeta ase apunta a la pura ficción. En esta obra el autor toma por asalto la idea de la resurrección y la vivifica. Porque, dice, "no basta asesinar para matar".
Porque "morir sólo se mueren los hediondos de rutina, los que ya en vida estaban muertos". Porque "la resurrección no es una metáfora: Señoras y Señores, la resurrección es un deber".
- PATIO LORCA (2008)
- TEATRO DE LA PAZ (2006)