Partir de hoy

Un circo, su pista. En bambalinas, un hombre ensaya. Pablo Bontá tiene una sola certeza, es actor. El público llega y, sobreviene el salto. Actuar es estar en escena, pero hoy Bontá duda. Quiere entretener, quiere divertir y su cuerpo no responde. Ese hombre es actor o ¿fue actor? Actuó en algún momento. Hoy, ahí, solo, está al tanto de su miedo. Ese miedo que aparece cuando menos lo espera. Entrar en escena es un salto. Uno salta sobre sí mismo y, si no tiene los pies en la tierra, aparece EL GOLPE: el motor de un auto, las gomas chirriando sobre el pavimento, ¿un grito? Sus ojos ven. Resonancias flotan en el aire. Qué ve. Ve lo que no quiso ver. Entonces, Bontá se esconde en su máscara: Bont. Ahora es Bont, el personaje que impulsa la acción. En la escena una crisis: persona vs. personaje. Bontá vs. Bont. Cuando la máscara es nuestra cara, el actor duda y la actuación desaparece. Paso a paso, la obra se estructura como reparación de un pasado vivido. El pasado personal se vuelve pasado social, y el tiempo vivido es relato de lo callado. El escenario es combate, territorio propicio para saldar esta deuda que pide palabra. Dar cuenta del Ayer, nos permite andar el HOY.

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