Ilusión

La vida cotidiana nos envuelve en un remolino de inevitables emociones, que muchas veces tienen que quedar guardadas en un cajón.

Pero a veces, algunos sentimientos se atreven a escapar aunque sea en la más profunda soledad, para recordarnos que por nuestras venas corre sangre, que somos hombres y mujeres con sueños, pasiones, deseos.

Es lo que le ocurre a Nené, que tras el sobrenombre que la marca día a día olvida que su esencia real es la de Laura, una mujer, una hembra.

Pero su vida sólo gira en torno a las pelucas que debe peinar y el matrimonio que debe respetar.

También nos vemos obligados a tener una responsabilidad, un lugar en el mundo, para poder sentirnos alguien.

Pero no siempre es posible, entonces tenemos que creer que el tiempo no es un tic tac infinito, sino que no existe. Y para ello,podemos crear una carpa aislante, donde la espera no desespera, donde la próxima oportunidad es la que solucionará todo.

Pero... ¿Hasta cuándo es posible creer en esa realidad armada para no sufrir?
En este dilema es el que encontramos a Julio, un hombrecito gris que busca simplemente su espacio en medio de tanta gente que corre por la calle porque tiene que llegar a algún lugar, porque tiene algo que hacer.

En esta instancia de sus vidas es que somos testigos de los planteos, deseos y sueños de Nené y Julio, dos seres que no pueden plasmar en acción, ni aún compartir, sus más íntimas necesidades y deseos. Ella, peinadora, juega e intercambia con sus distintas pelucas, como interlocutores válidos, donde volcar su energía contenida. Él intenta filosofar sus debilidades y propósitos. Transitan incomunicados, hurgando en su propia búsqueda, y la ilusión es el camino de escape que han elegido para sus carencias, pero la realidad es inexorable.

Armada sobre "Un señor alto, rubio, de bigotes" y "La llave", dos monodramas de Humberto Costantini, Ilusión permite visualizar los distintos ámbitos de la acción, donde la iluminación juega un rol fundamental en el logro de los climas que la pieza atraviesa.