Reino crepuscular

Las estaciones de la línea C del subterráneo, tienen en las paredes de sus pasillos, mayólicas orientales. Que eso suceda en Buenos Aires tiene una explicación. Esa línea, la termina de construir la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas. No sabemos quien decidió tapizarlo de azulejos andaluces, pero la constatación de esas bellezas marcadas por el paso del tiempo y las manos vándalas las vinculamos con Texto en una libreta de Julio Cortázar donde los personajes blanquísimos que viven en el subte a su vez se confunden con las mujeres de los cuadros orientalistas franceses, caleidoscopio, al cual se sumaron las fechas de terminación del subte C y de una de las migraciones libanesas del siglo pasado.

Entonces en uno de esos viajes semanales de Almagro a la Plaza San Martin, surgió ELLA. Blanquísima, inmigrante como tantos otros, en un mundo que no era el suyo, pero ahora sí lo es.

Entre Oriente y Occidente ella se ubica en esa intrazona, en ese submundo atemporal. Ella, la soberana del Reino Crepuscular entre Bs. As y Al Andaluz. Entre Retiro y constitución, sus combinaciones de realidad, recuerdo, fantasía reconstruyen una memoria heredada de sus padres. ¿Son ellos en el andén? No tiene nuestra lógica, ese viaje de ida y venida entre terminales, entre los dos lados del océano. Ella termina atrapada entre su llegada a principio del siglo XX y sus movimientos entre líneas en la segunda década del XXI.

Desde su asiento, los reflejos de las imágenes internas y externas conviven en sus ojos y narran su historia (verdad o mentira?). Su danza es la de sus abuelas y se desdobla en danza ciudadana. ¿De Beirut, Cairo, Granada, Buenos Aires, o Paris?

El subte de Cortázar, en Francia o Argentina, la hace enloquecer en caleidoscopios de una tercera época. Ella no sale de los recorridos de su Reino Crepuscular.

Las estaciones de la línea C del subterráneo, tienen en las paredes de sus pasillos, mayólicas orientales. Que eso suceda en Buenos Aires tiene una explicación. Esa línea, la termina de construir la Compañía Hispano Argentina de Obras Públicas y Finanzas. No sabemos quien decidió tapizarlo de azulejos andaluces, pero la constatación de esas bellezas marcadas por el paso del tiempo y las manos vándalas las vinculamos con Texto en una libreta de Julio Cortázar donde los personajes blanquísimos que viven en el subte a su vez se confunden con las mujeres de los cuadros orientalistas franceses, caleidoscopio, al cual se sumaron las fechas de terminación del subte C y de una de las migraciones libanesas del siglo pasado.

Entonces en uno de esos viajes semanales de Almagro a la Plaza San Martin, surgió ELLA. Blanquísima, inmigrante como tantos otros, en un mundo que no era el suyo, pero ahora sí lo es.

Entre Oriente y Occidente ella se ubica en esa intrazona, en ese submundo atemporal. Ella, la soberana del Reino Crepuscular entre Bs. As y Al Andaluz. Entre Retiro y constitución, sus combinaciones de realidad, recuerdo, fantasía reconstruyen una memoria heredada de sus padres. ¿Son ellos en el andén? No tiene nuestra lógica, ese viaje de ida y venida entre terminales, entre los dos lados del océano. Ella termina atrapada entre su llegada a principio del siglo XX y sus movimientos entre líneas en la segunda década del XXI.

Desde su asiento, los reflejos de las imágenes internas y externas conviven en sus ojos y narran su historia (verdad o mentira?). Su danza es la de sus abuelas y se desdobla en danza ciudadana. ¿De Beirut, Cairo, Granada, Buenos Aires, o Paris?

El subte de Cortázar, en Francia o Argentina, la hace enloquecer en caleidoscopios de una tercera época. Ella no sale de los recorridos de su Reino Crepuscular.

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