Ramos Generales

Ramos Generales dice algo sin contar nada. Es una suerte de manifiesto ecologista donde la basura tecnológica es reciclada para su “utilización” artística. Todo el material empleado en la puesta escénica (vestuario, escenografía, utilería) es material que ha sido “dado de baja” para su función específica. De esta manera, reinventamos la funcionalidad del desperdicio electrónico, domésticas sobras del desarrollo de la civilización.

Proponemos un espacio escénico donde la tecnología en desuso, obsoleta, es reciclada para el arte. Parte de la escenografía y utilería de la obra está constituida por: heladeras, cocinas, tablas de planchar, computadoras, monitores, televisores, lavarropas, microondas, entre otros. Rescata el intenso y contradictorio clima de una civilización que pugna entre los avances tecnológicos y la destrucción del hábitat. De esta manera, la banda sonora oscila entre la extrema e inocente vulgaridad de ciertos cantos populares de doble sentido (tales como “pican, pican los mosquitos/ pican con gran disimulo/ unos pican en la cara y otros pican en....”) cantados por los propios bailarines y temas como “Una furtiva lágrima” de Gaetano Donizzetti, interpretado por Luciano Pavarotti.

Los temas musicales, inventados algunos y de uso popular otros, son acompañados con instrumentos musicales no convencionales. Estos se construyen con teléfonos, tostadoras, batidoras, microondas y demás artículos electrodomésticos que han sido descartados y son reciclados para la puesta escénica de Ramos.

La obra hace referencia a cierta actitud humana que, en su búsqueda por allanarse el camino, termina llenándolo de obstáculos. Nuestro planeta, “el gran basurero”. Las nuevas tecnologías son cada vez más “descartables”, su vida útil es cada vez más efímera. Nada perdura en el tiempo, todo parece auto-destruirse después de utilizado. Paradójicamente, el individuo, cada vez más longevo construye su mundo como reino de lo instantáneo, de lo perecedero.